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Ketín Vidal - Humala: no sólo es obsesión por el poder

Publicado: 2011-04-21

Después de tanta incertidumbre y maniobras psicosociales, propias de un agente de inteligencia entrenado en la KGB, Ketín Vidal acaba de confirmar que sí es parte del equipo de Ollanta Humala. Según carta suya que hoy reseña el portal de RPP, Vidal dice que “aceptó desinteresadamente brindar colaboración en campos de su especialidad profesional como temas de seguridad ciudadana, crimen organizado, narcotráfico y terrorismo”. Algo conozco a Vidal porque he investigado su pasado público por algunos años. No me sorprende su oportunismo. Pero creo que no sólo es oportunismo u obsesión por el poder, hay algo más. Humala tendría que revisar con algo de atención su pasado. Es verdad que Ketín Vidal tiene mucha experiencia en esos temas, especialmente en narcotráfico y crimen organizado, pero no porque los haya combatido como policía o ministro del Interior. Es porque tiene su foja de servicios manchada por sus vínculos probados con el narcotráfico y porque formó parte de esa gran empresa del crimen organizado peruano que Montesinos armó desde la década de los años ochenta. Esto es lo que he podido reconstruir, probar y publicar en un libro sobre su pasado en algunos temas de su especialidad.

Narcotráfico

En 1985, Ketín Vidal fue implicado y dado de baja de la entonces Policía de Investigaciones del Perú (PIP) por sus vínculos probados con Reynaldo Rodríguez López, alias El Padrino, uno de los grandes capos del narcotráfico peruano. Fue parte de los procesados en el juicio llamado Villa Coca. Permaneció cinco años fuera de la PIP hasta que, en los últimos días del primer gobierno aprista, su abogado y amigo Vladimiro Montesinos Torres logró que Agustín Mantilla firmara su reposición. Previamente había logrado excluirlo del proceso penal. Mientras estuvo fuera de la Policía, trabajó en el estudio de Montesinos, ayudando en la defensa de grandes narcotraficantes como Perciles Sánchez Paredes o el colombiano Evaristo Porras Ardila, el principal contacto de Pablo Escobar en el Perú. ¿Acaso es casualidad que últimamente haya sido involucrado como lobista de los Sánchez Paredes? Vidal siempre ha negado esta huella indeleble de su pasado, pero ahí están los documentos, expedientes, testigos y pruebas.

Está también su mentor Montesinos, quien en varias oportunidades ha contado detalles de todo esto. (Pueden leer su libro: “Sin Sendero, alerta temprana”, páginas 129-131) Y está, por último, el propio Vidal, inmortalizado en video en una salita del SIN, agradeciendo a Montesinos por todos esos favores, además de reiterarle su lealtad. El sol no se puede tapar con un dedo.

Terrorismo

El verdadero papel de Ketín Vidal en la captura de Abimael Guzmán fue entorpecer la labor del GEIN e intentar sustraerles información para dársela a Montesinos, quien lo había colocado para eso como jefe de la DINCOTE, después de organizar un burdo robo de dinero que dejó sin piso al general Héctor John Caro de respetable trabajo previo. Después lo traicionó quedándose con Guzmán y se hizo héroe, pero ésa es otra historia. Su conducta, descubierta posteriormente, lo ha enfrentado con los ex hombres del GEIN, quienes tampoco le perdonan que haya cobrado dinero como partidas secretas y nunca lo haya gastado en trabajos operativos. Para conocer al verdadero Ketín Vidal basta escuchar las charlas que sostuvo con Abimael Guzmán mientras éste se encontraba con Elena Iparraguirre en el calabozo de la DINCOTE. Consejos para no dar información en los interrogatorios, recomendación de abogados y hasta dilecciones, dichos en voz baja. Estas charlas, incomprensibles para los policías que se tomaron varios años de esfuerzo siguiendo la pista de Abimael Guzmán y su cúpula terrorista, han quedado guardadas para la historia de la infamia en cintas de audio.

En 1996, cuando Montesinos lo nombró Director General de la Policía, es decir, el máximo responsable de la seguridad del país, el MRTA tomó la residencia del embajador japonés, secuestró a embajadores, ministros y demás invitados –entre los que estaba el propio Toledo– y mantuvo al país extorsionado a los ojos del mundo entero. No hubo previsión, menos inteligencia. Es más, Ketín Vidal no tuvo la entereza de trabajar en el rescate y optó por la salida más fácil: renunciar a los pocos días.

Ahora, si escarbamos más en su pasado como policía, hay anécdotas que lo retratan como el experto en el tema que dice ser: el general José Jorge Zárate, al mando del cual Vidal trabajó gran parte de su carrera y el que lo presentó con El Padrino, recuerda que a inicios de los ochenta, cuando Vidal era analista de inteligencia en la PIP, le pidió que investigara a un tal Abimael Guzmán, el jefe de Sendero que tanto daño empezaba a hacer. Vidal escribió un sesudo informe, copia del cual guarda su ex jefe Jorge Zárate, señalando que Abimael Guzmán estaba muerto. Así de experto y eficiente era.

Corrupción y crimen organizado

Vidal ha sido investigado y procesado por la justicia anticorrupción por varios casos.

1. Dinero entregado en partidas secretas para la lucha antiterrorista cuando era jefe de la DINCOTE y que no se supo qué hizo con él. Un monto de 2 millones de dólares, al cambio de la época, que se esfumó y fue detectado por la Contraloría que dirigía Genaro Matute.

2. Compra de por lo menos cinco casas con dinero en efectivo a nombre de testaferros sin saber la procedencia de la plata. El caso fue denunciado por su agente inmobiliario al que no cumplió con pagar a tiempo sus comisiones.

3. Una cuenta cifrada detectada en Estados Unidos donde se halló un depósito de una cuenta manejada por Montesinos, investigación que se ha perdido entre los cientos de casos de corrupción del régimen fujimorista, al que sirvió con la misma lealtad que le guarda a Montesinos. La manera cómo ha sorteado estas investigaciones o procesos penales lejos de exonerarlo reafirman su condición de jugador activo, constante y compulsivo en los bajos fondos de la alta corrupción judicial. Experto en esa justicia que se subasta, de la que Montesinos le enseñó sus secretos hace ya tres décadas, Vidal sigue navegando exitoso en esas aguas. Tiene el dinero, el tiempo y los amigos para hacerlo.

4. Ha sido, según me han confiado gente estrechamente vinculada al nefasto SIN de Montesinos, el espía perfecto de ese grupo del crimen organizado que tomó el poder a la cabeza de Montesinos y Fujimori en la última década del siglo pasado. Experto en hacerse a la víctima le sirvió a Montesinos para penetrar con mucho éxito en los partidos y políticos de oposición al fujimorato y en cierta prensa independiente. Está su impecable trabajo para dinamitar la candidatura de Javier Pérez de Cuellar. Cuando fue muy exitoso en aparecer como víctima del régimen fujimorista, no obstante haber ocupado los altos cargos sólo reservados para gente de confianza de Montesinos, Vidal fue invitado de buena fe a formar parte de la plancha presidencial del ex Secretario General de la ONU. Siempre dijo sí, participó de reuniones clave en el equipo de Unión por el Perú y, al final, dijo que no. Que no lo dejaban renunciar a la Policía. Después, gente tan cercana a Montesinos como Matilde Pinchi Pinchi, han revelado que todo fue una estrategia de alto espionaje del SIN para dinamitar la candidatura del único candidato que podría hacerle frente al reeleccionista Fujimori en el 95. Este trabajo se lo premiaron con la Dirección General de la Policía Nacional. Están, por supuesto, varios casos de filtración de documentos falsos o apócrifos para hacer patinar a la prensa que en esos años se había convertido en una piedra en el zapato del régimen. Entre otros casos, para no hablar del caso patético de Cecilia Valenzuela, fue Ketín Vidal el que, en 1991, cuando era director de la DINCOTE nombrado por Montesinos, le filtró a César Hildebrandt un supuesto “Manual para asesinar a un senderista”. La difusión de este documento bamba precipitó el cierre de su programa En Persona en el Canal 4. Esto no lo digo yo, Hildebrandt lo ha confiado a dos periodistas peruanos de merecen todo mi respeto y admiración.

Hace tiempo que Ketín Vidal quiere ser parte del próximo gobierno, sea como fuere y sin importarle quién sea éste. Primero lo intentó con su propio partido pero, siendo minúsculo y sin chance de sacar siquiera los votos de sus familiares, se cambió de camiseta de inmediato. Estuvo a punto de ser candidato a la segunda vicepresidencia en la fórmula de Toledo. Fracaso. Luego intentó colarse en su lista de candidatos al congreso de Perú Posible, su prontuario lo eliminó. Ahora, con el cinismo que lo caracteriza, se vuelve a cambiar de camiseta y se pasa a Gana Perú. Quizá porque cree que es el bolo fijo para ganar el próximo 5 de junio. ¿Lo hace realmente de forma desinteresada? Creo que no. Vidal quiere tener algo de poder porque cree que eso le seguirá garantizando la impunidad que ha logrado hasta el momento. También quiere tener peso e influencia política porque le es absolutamente necesaria para perseguir judicialmente a sus detractores. No sólo corrompiendo jueces y vocales venales se archivan procesos o se empapela a los incómodos detractores, hace falta la palanca política. Y eso lo sabe muy bien un navegante compulsivo de las aguas negras de la justicia peruana.

Supongo que a Humala le ha dicho, si es que éste le pidió alguna explicación sobre su sinuoso pasado, lo que siempre dice. Que todo es una patraña en su contra, que son sus infinitos enemigos los que lo difaman y calumnian, que la justicia lo ha exonerado de todos estos cargos. Después habrá exhibido sobreseimientos, prescripciones o certificados de buena conducta expedidos por magistrados o ex ministros venales, como si éstos fueran directores de escuela primaria. Esos papeles, en realidad, son certificados de la lentitud y corrupción judicial. Aún recuerdo que Francisco Loayza, una de las primeras víctimas de Montesinos, fue a visitar al candidato Fujimori, cuando aún eran amigos, para advertirle quién era ese oscuro capitán del Ejército que se estaba volviendo tan imprescindible en su equipo de campaña. Fujimori desoyó las advertencias y prefirió a Montesinos. En verdad, encontró a su siamés moral y decidió gobernar con él. Veinte años después, Ollanta Humala tomará la decisión que crea conveniente. Lo que sí no podrá decir después es que no sabía quién era Antonio Ketín Vidal Herrera.


Escrito por

Carlos Paredes

Estudió Derecho y Ciencias de la Comunicación en Lima y una Maestría en Comunicación Política en México. Es periodista desde el año 1990.


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